viernes, 29 de abril de 2011

España y el catolicismo con Azaña y ahora

Hermann Tertsch nos dice en twitter y facebook "El País:"El lado oscuro de Juan Pablo II" y "El Vaticano cocina ya el segundo milagro que hará santo a Wojtyla". Obsesos por la Iglesia"
Muchos sólo saben de Azaña su "España ha dejado de ser católica" y ahí estamos sin leer entero su discurso el 14/10/31; se olvidan que Azaña añadía "El problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica del pueblo español"; al fin y al cabo el discurso de Azaña iba dirigido a los socialistas para apoyarles en la redacción de la Constitución republicana pero eliminando lo más conflictivo reduciendo la expulsión de las ordenes religiosas a las que tuviesen dependencia del exterior (claramente los jesuítas)y la eliminación de toda Orden Religiosa que se considerase contraria a lo que el llamó la "Salud del Estado".
Pero lo más importante es que Azaña hablaba para evitar el sectarismo de la izquierda; así su frase "Que haya en España millones de creyentes, yo no os lo discuto; pero lo que da el ser religioso de un país, de un pueblo y de una sociedad no es la suma numérica de creencias o de creyentes, sino el esfuerzo creador de su mente, el rumbo que sigue su cultura" y añadía "Por consiguiente, tengo los mismos motivos para decir que España ha dejado de ser católica que para decir lo contrario de la España antigua. España era católica en el siglo XVI, a pesar de que aquí había muchos y muy importantes disedentes, algunos de los cuales son gloria y esplendor de la literatura castellana, y España ha dejado de ser católica, a pesar de que existan ahora muchos millones de españoles católicos, creyentes. ¿Y podía, el Estado español, podía algún Estado del mundo estar en su organización y en el pensamiento desunido, divorciado, de espaldas, enemigo del sentido general de la civilización, de la situación de su pueblo en el momento actual?" para más tarde decir "Estas son, Sres. Diputados, las razones que tenemos, por lo menos, modestamente, las que tengo yo, para exigir como un derecho y para colaborar a la exigencia histórica de transformar el Estado español, de acuerdo con esta modalidad mueva del espíritu nacional. Y esto lo haremos con franqueza, con lealtad, sin declaración de guerra; antes al contrario, como una oferta, como una proposición de reajuste de la paz. De lo que yo me guardaré muy bien es de considerar si esto le conviene más a la Iglesia que el régimen anterior. ¿Le conviene? ¿No le conviene? Yo lo ignoro; además, no me interesa; a mí lo que me interesa es el Estado soberano y legislador".
En su tesis práctica indica "En realidad, la cuestión apasionante, por el dramatismo interior que encierra, es la de las Ordenes religiosas; dramatismo natural porque se habla de la Iglesia, se habla del presupuesto del clero, se habla de roma; son entidades muy lejanas que no tomas para nosotros forma ni visibilidad humana; pero los frailes, las Ordenes religiosas, sí"

"En este asunto. Sres. Diputados, hay un drama muy grande, apasionante, insoluble. Nosotros tenemos, de una parte, la obligación de respetar la libertad de conciencia, naturalmente, sin exceptuar la libertad de la conciencia cristiana; pero tenemos también, de otra parte, el deber de poner a salvo la República y el Estado. Estos dos principios chocan, y de ahí el drama que, como todos los verdaderos y grandes dramas, no tiene solución".../...y aquí es cuando inventa "la salud del Estado".
Y va culminando su tesis "Tratar desigualmente a los desiguales, porque no teniendo nosotros un principio eterno de justicia irrevocable que oponer a las Ordenes religiosas, tenemos que detenernos en la campaña de reforma de la organización religiosa española allí donde nuestra intervención quirúrgica fuese dañosa o peligrosa. Pensad, señores Diputados, que vamos a realizar una operación quirúrgica sobre un enfermo que no está anestesiado y que en los debates propios de su dolor puede complicar la operación y hacerla mortal, no sé para quien, pero mortal para alguien". (este párrafo fue, desgraciadamente premonitorio).
En su estrategia de conseguir un consenso sobre la discusión en Cortes sobre las ordenes religiosas termina con un arcángelico "este es el punto de vista de Acción Republicana, que no tiene por qué disimular ni su laicismo ni su radicalismo constructor ni el concepto moderno que tiene de la vida española, en la cual de nada reniega, pero que está resuelta a contribuir a su renovación desde la raíz hasta la fronda, y que además supone para todos los republicanos de izquierda una base de inteligencia y colaboración, no para hoy, porque hoy se acaba pronto, sino para mañana, para el mañana de la República, que todos queremos que sea tranquilo, fecundo y glorioso para los que la administren y defiendan".
Y no hubo más; España seguía siendo católica pero con el poder coartado de las órdenes religiosas cuya fidelidad a la salud del Estado se dejaba a la mayoría que hubiere en las Cortes.
El fanatismo de muchos y la ligereza del propio Azaña -como Ministro de la Guerra- haciendo como que no veía la quema de Iglesias y la persecución de sacerdotes y monjas , nos llevaron a nuestra dolorosa Guerra Civil.
Luego, el 18 de Julio de 1938 pronunció su celebre discurso "Paz, piedad y perdón".
En realidad Azaña vivía una ensoñación con una sociedad laica y conciencia católica o no. Desgraciadamente muchos se han quedado con su "España ya no es católica" y se han olvidado de "Paz,piedad y perdón".
Desgraciadamente ni aquellas enseñanzas han servido para algo cuando desde nuestro actual gobierno se pretende recuperar el espíritu de aquella república que socialistas (Largo Caballero) y comunistas (Negrín) la querían de izquierdas sin posibilidad de cambio; es decir: una tiranía en nombre del pueblo.

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